Vivimos tiempos personales y colectivos, que desafían
todo lo conocido, todo lo vivido anteriormente. Nos llevan a soltar muchas cosas aprendidas, a evaluar lo
que es verdadero, lo que es válido y descartar lo que no.
Se derrumban no sólo estructuras externas, sino
que las internas caen también.
Hoy en día nos toca, en cualquier parte
del mundo que nos encontremos,
estamos viviendo esa experiencia de alguna manera y aprendiendo de ella también, compartiendo lo mejor de este
aprendizaje, sea como sea que a cada uno en su vida se le presente.
Y nos invita a crear la acción más elevada que
nos hace más
humanos y nos lleva a descubrir lo inspirador y animarnos a ser a nuevo en cada
momento.
Cuando la destrucción de algún tipo toca a
nuestras puertas, la grandeza y la valentía son invitadas a actuar, y nos
pone en movimiento a todos allí donde estemos, seamos
hermanos, vecinos, amigos o desconocidos, hay momentos que nos invitan a
unirnos y provoca entrar en acción desde su corazón
y extendiendo las manos, alzando al otro en su necesidad más
allá
de la propia pérdida.
Y en este momento las mujeres sostenemos muchos hilos, la
mujer que cuida, cría, alberga , cura, sostiene, apoya, nutre más
y da y parece que todo lo puede, y da más aún.
Cada mujer hoy, en este mundo allí donde está
junto a todos los que la rodean inspira un aquí estamos, aquí
podemos, aquí estamos siendo más, aquí amamos y
damos. Esto es lo que vibra cada
casa, casa escuela, cada cocina, cada hospital, cada lugar aquí
en esta tierra conocida y más allá de todas las
fronteras, en cada lugar.
En este momento, en este mundo podemos vivir encontrando
este ancla interna que nos da seguridad, como un bastión, una roca
donde asentarse y desde allí actuar, sabiendo que la vida
misma está
vibrando y amando en uno, y descubriendo que no hay nada más
que ese amor. Cuando lo de afuera se quiebra, ir hacia adentro y del manantial
emanará
más.
Podemos hacer que la apreciación crezca, la apreciación
de lo logrado más allá de las circunstancias, la
apreciación
de lo que sí tenemos y podemos compartir, la apreciación
de lo simple, pues la vida es simple. Los humanos la hacemos complicada.
Pues entonces a pararse en ese lugar interno de seguridad,
que puede apreciar y cambiar, fluir y confiar.
Así descubriremos que, a pesar de las circunstancias,
hay un millón de pequeñas
cosas que podemos agradecer hasta que se torna en un estado de nuestro ser.
Isha
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