¡TERNÚRAME!" Así, con esta palabra-oración, comenzaría esta reflexión sobre la Ternura, ¿pues qué sabemos de la Ternura, de la que tanto se habla y tan a menudo se requiere?
Se me ocurre hablar de ella como de un aliento suave, como de una brisa inefable que sube del alma, pasa por el corazón y brilla con un calor sutil en los ojos, en la voz, en el gesto, en todo el ser.
Pues la Ternura es una luz tan fina, tan tenue y sin embargo tan contundente en sus efectos, que resulta tan poco analizable, tan poco aprehensible intelectualmente como la felicidad. Tiene algo del amor, dado que emanación de éste y la esencia de su elevación.
Si me puedo permitir una comparación de poeta a propósito de la Ternura -ya que el poeta es el hombre de todas la audacias y de todos los cumplidos-, diría que el Amor es la rosa y la Ternura su perfume.
Pues el Amor