Cuando me preguntan si en el día a
día, en la vida diaria tan llena de actividad, se puede vivir en paz, puedo ver
cómo prima la idea de que el mundo no nos permite eso, como si la paz tuviera
que ver con el mundo y con lo externo.
Por Isha
Por Isha
Pues no es así. Yo soy muy activa y siempre ando a la carrera,
corriendo como loca todo el día, enfrentando las complicaciones y tareas al
igual que todos los demás.
Pero lo hago desde mi experiencia interna, anclada allí, sin
perderme en el afuera, sino que actuando en el afuera con esta ancla interna.
Me pongo en acción desde esa experiencia.
Esto me permite estar siempre en el momento y sin juicios,
fluyendo solamente con lo que es. ¿Cómo es la paz? La paz interior no se mueve.
Podemos sentir rabia
en cuanto a expresión emocional, e internamente estar
anclados en la paz.
Puede haber tristeza y paz interior. La paz nunca se va. Es
eterna, es permanente. La experiencia humana es como las olas en la superficie
del mar, pero la conciencia es como las profundidades del mar.
La experiencia humana acontece y se mueve en la superficie, en
cambio la permanencia de la paz y la perfección están siempre allí. Eso es
conciencia. Pero nosotros no pensamos que sea así, ¿verdad? Por eso normalmente
entablamos peleas para poder lograr la paz, incluso guerras para controlar y
establecer la paz.
Esto lo hacemos a nivel individual, en las relaciones, en la
familia, en la sociedad, y entre países en el mundo. Pero, ¿qué sucedería si
comenzáramos a desarrollar esto en lo interno, si usáramos lo externo para
profundizar la experiencia interna de paz en cada uno.
Podríamos comenzar dando algunos pasitos sencillos como: -
Enfocarse en la Alegría. Lo primero que tenemos que hacer es comenzar a
enfocarnos en la alegría - en la belleza, la inocencia, la alabanza, el amor y
la gratitud presentes en cada momento.
¿No es hora ya de que tengamos un
poco más de eso?
¿Cómo se expresa la alegría? Esto es lo más maravilloso de la
alegría: no tiene un formato fijo. Su forma es una vibración de vacío. La
alegría es como un manantial de montaña: sus burbujas efervescentes surgiendo
eternamente de sus profundidades. Su espontaneidad constante nutre y refresca,
fluye y rellena. La dicha no busca lo que está mal. No critica lo externo
buscando un culpable para sus sentencias y predicamentos. Si lo hiciera, sus
aguas pronto se estancarían, decolorándose y quedando sin vida. La dicha está
abierta al amor y a ser ese amor. No tiene una idea preconcebida de cómo debe
ser el amor y a quién se le debe dar. En lugar de esperar la plenitud externa -
el placer, la siguiente novedad para consumir, o el nuevo juego - conviértete
en esa dicha. Luego, muévete hacia el mundo para compartirlo con la humanidad.
- Mantenerse Presente.
La dicha vive en el momento presente, así que deja de vagar por
el pasado y por el futuro - que han tenido ya bastante de su tiempo, ¿verdad?
Es hora de darle al aquí y al ahora - al presente, donde la vida realmente está
sucediendo - un poco de la atención que se merece. - Aligerarse y ser Juguetón
Una de los aspectos más tristes de la sociedad moderna es que tomamos las cosas
demasiado en serio.
Nos sentimos impulsados a cumplir con lo que
"deberíamos" ser, lo que creemos que el mundo espera de nosotros.
Pensamos: "No seas ridículo". "No hables sin que te
pregunten". "No seas inmaduro". "No digas lo que realmente
tienes en mente - ¿qué pensarán?". El autocontrol y la autocrítica se han
convertido en nuestra forma de vida y agotan nuestra capacidad de juego y de
libre expresión.
Tenemos que aprender, nuevamente, a fluir desde el corazón -
permitirnos vernos ridículos, bailar libremente, parar, y recordarnos que la
vida se trata de risa y alegría desenfadada. Haz la prueba. Tal vez te guste.
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