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martes, 22 de mayo de 2012

Transformando las adicciones en una señal para amar


Generalmente asociamos las adicciones al consumo de sustancias, ya sean cigarrillos, alcohol, drogas, sexo, personas, compras, pero en realidad somos adictos a una infinidad de cosas: a comportamientos, a ideas, a emociones, o sea, nuestro "ser adictos a algo" es nuestra dependencia a ese consumo, a la acción, al sentir o incluso al pensar.
Por Isha

La dependencia comienza en la necesidad, la necesidad comienza en una marca que quedó grabada con una emoción, con un recuerdo, con una sensación. Y es aquí donde estamos separados de nosotros mismos y nos sentimos separados del amor, o creemos que necesitamos algo más, algo externo a nosotros para ser felices, para ser amados, para estar en paz.

Cuando somos dependientes de nuestras adicciones creemos que eso es lo más importante, nos domina la urgencia de satisfacerla, cosa que dura por un período cada vez más breve, y luego el “quiero más” comienza a escucharse nuevamente. Pero cuando sanamos la raíz de esa necesidad, la raíz de la adicción, cualesquiera que ella sea, nosotros mismos y nuestro bienestar, el amor y la paz interna pasan a ser lo más importante en nuestra vida, y por lo tanto, cuidamos de ella.


La adicción del tipo que sea siempre lleva a que nos abandonemos constantemente, y ese abandono es un lugar de separación de nosotros mismos en el que hay miedo, hay sufrimiento, hay memorias del pasado que nos separan internamente de ese lugar de amor. Si te enfocas en amarte a ti mismo, en expandir tu conciencia de la forma que prefieras, eso te permitirá sanar ese lugar y, como consecuencia, la raíz de estos comportamientos también se sana y desaparece. Nuestra vida se transforma en un fluir constante, donde abunda el amor, la alegría, donde experimentas paz interna y la compartes con tu entorno.

En realidad no importa cuál sea tu adicción, lo importante es que, enfocándote en amarte más, en un SI a ti mismo, puedes sanarla, puedes conectarte con la raíz de tus miedos y tu sufrimiento, que no te permiten ser feliz, y transformarla en una fuente ilimitada de paz, de alegría, de abundancia, de amor que se comparte, que da y que crece expandiéndose más y más.

¿Es tu adicción el sexo o el romance? ¿O quieres una relación madura y real? Generalmente me cuentas los problemas, que el otro hace esto, o no hace aquello, o que esto otro te hace sentir así o asá. Primeramente tienes que ver si en tu relación estás necesitando tomar todo el tiempo, el amor, la seguridad, la excitación, el entusiasmo, la distracción, si necesitas consumir y no puedes estar sin eso. Si fuera así, como con otras adicciones, ve hacia adentro, recuerda que siempre, en realidad, solo estás en pareja contigo mismo. Y sí, ya sé, me dirás: - “¡De ninguna manera! ¡yo no soy así!” - y tendrás una lista de cómo eso no te gusta y de cómo tú no eres así. No te ves, tal vez en esto que te digo, pero es necesario que vayas más profundo.

Pero veamos, sin apurarnos tanto en negarlo: así como el otro es, ¿qué te hace sentir? ¿Cuál es el juicio que tienes internamente respecto a que el otro sea así?

Hay algo seguro: si no te gusta lo que ves externamente, tienes que removerlo en lo interno, y entonces el espejo cambia, y de pronto crearás un espejo diferente, un espejo amoroso, una vez que comiences a amarte a ti misma. No necesariamente quiere decir que cambias de pareja, no, quiere decir que ahora hay espacio para cambiar, el otro cambiará porque yo cambié.

Todos tenemos esta dualidad, y lo interesante es que hasta que no llegamos a un determinado nivel de conciencia, uno está reflejando al otro, porque en realidad, todo es para nosotros, todo es un gran teatro para nuestra evolución en la que cada uno es el único aquí. De modo que si tienes relaciones conflictivas en tu familia, ve hacia adentro y empieza a amar ese lugar internamente, porque lo crearás externamente hasta que desaparezca o hasta que cambie adentro, hasta que se convierta en amor, porque cuando lo amas internamente y te adueñas de eso, ya no te afecta más. Lo mirarás con amor y verás el miedo, el juicio, con amor, pero ya no será tu juicio, ya no hay apego a que sea así, ya no hay carga, ya se fué de allí dentro de uno, y la ironía es que esa persona cambia o desaparece, pues ya no la necesitas en tu mundo. Las personas van a cambiar, crearás nuevas personas y otras personas se irán, porque ya no te reflejan a tí, o tal vez también evolucionen contigo. 


Cuando el amor comienza a expandirse en uno mismo, las adicciones se van cayendo naturalmente. Y a medida que el sistema nervioso se limpia y vibra en una frecuencia de energía más elevada, el cuerpo empieza a rechazar las toxinas físicas.

Entonces, a medida que la conciencia se eleva, las adicciones comienzan a caer. Y si nos aferramos, sufrimos cada vez más. Por supuesto, en los viejos tiempos en que solíamos ser como robots, simplemente podíamos cambiar una adicción en el afuera por otra de diferente forma. Pero ahora que ya no somos robóticos, la vida comienza a mostrarnos a nosotros mismos, y ya no podemos ignorar la verdad. Necesitamos comenzar a soltar y encontrar la plenitud adentro.

Esto puede dar mucho miedo y podemos sentirnos muy inseguros, pues es como un vacío, sintiendo lo desconocido. Pero una vez que nos abrimos, la recompensa es ilimitada, porque este salto de fe que significa el confiar en lo más elevado y mejor, siempre es recompensado por el amor incondicional, y permite que la ilusión del miedo se disuelva. 


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