De nuevo me encontré con esta frase cuya autoría ignoro:
“Los barcos están seguros en el puerto, pero no fueron construidos para eso.”
Qué hermosas palabras, qué gran verdad y qué reto para los seres humanos que de algún modo somos como barcos atados por poco tiempo al muelle. De repente, un viento lejano desata los nudos e impulsa al barco hacia aguas profundas, hacia horizontes desconocidos, hacia mareas altas.
Y el miedo aumenta cuando te das cuenta de que huir es imposible, porque un vórtice te lleva a toda velocidad hacia donde es preciso que estés. Y si todo apunta a que hay que surcar ese mar, entonces hay que surcarlo. Esa incertidumbre, esa dificultad,
ese desafío, ese temor frío, es lo que le da sentido a la existencia.
No es nada fácil estar en armonía con lo que la mente considera correcto, porque es la propia mente quien al final de cuentas, etiqueta. Escuchamos que su voz dice: NO! y esa otra dulce voz del corazón que dice: SI!, para después pensar ¿A cual de las dos sigo?. La primera habla de no arriesgar, de mantenerte “a salvo” y la segunda habla de soltar la orilla y dejarte llevar por lo que tenga que ser. Entonces comprendo por qué hay que mirar hacia donde están las voces para decirles:
Recuerdos míos, gracias por volver, ya que sólo así pueden ser sanados. Les amo.
Y las cosas mejoran allí dentro. Algo cambia si haces esto de manera constante. Las voces se tranquilizan si no dejas de amarlas y algo mucho mejor toma posesión de este presente.
A ratos hay mucho dolor en tus procesos, lo sé, pero ese dolor también es un recuerdo. A veces hay lágrimas en la aceptación, lo he vivido, pero ellas son parte del mar en el que navega tu barco y también son benditas. Es sólo que si ni siquiera podemos amar el dolor que emerge de nuestro interior, mucho menos podremos amar las dificultades que parecen venir de afuera.
Es posible que muchas veces debas tomar caminos insensatos y absurdos para los demás, o quizás enfrentar océanos peligrosos en busca de tu estrella y de ser así sólo te diré: déjate ir sin tanto pensar. Que no transcurra para ti ningún segundo sin aceptar.
Lo sensato o lo prudente no siempre es lo más correcto.
Te amo. Gracias por leerme.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2014.
“Los barcos están seguros en el puerto, pero no fueron construidos para eso.”
Qué hermosas palabras, qué gran verdad y qué reto para los seres humanos que de algún modo somos como barcos atados por poco tiempo al muelle. De repente, un viento lejano desata los nudos e impulsa al barco hacia aguas profundas, hacia horizontes desconocidos, hacia mareas altas.
Y el miedo aumenta cuando te das cuenta de que huir es imposible, porque un vórtice te lleva a toda velocidad hacia donde es preciso que estés. Y si todo apunta a que hay que surcar ese mar, entonces hay que surcarlo. Esa incertidumbre, esa dificultad,
ese desafío, ese temor frío, es lo que le da sentido a la existencia.
No es nada fácil estar en armonía con lo que la mente considera correcto, porque es la propia mente quien al final de cuentas, etiqueta. Escuchamos que su voz dice: NO! y esa otra dulce voz del corazón que dice: SI!, para después pensar ¿A cual de las dos sigo?. La primera habla de no arriesgar, de mantenerte “a salvo” y la segunda habla de soltar la orilla y dejarte llevar por lo que tenga que ser. Entonces comprendo por qué hay que mirar hacia donde están las voces para decirles:
Recuerdos míos, gracias por volver, ya que sólo así pueden ser sanados. Les amo.
Y las cosas mejoran allí dentro. Algo cambia si haces esto de manera constante. Las voces se tranquilizan si no dejas de amarlas y algo mucho mejor toma posesión de este presente.
A ratos hay mucho dolor en tus procesos, lo sé, pero ese dolor también es un recuerdo. A veces hay lágrimas en la aceptación, lo he vivido, pero ellas son parte del mar en el que navega tu barco y también son benditas. Es sólo que si ni siquiera podemos amar el dolor que emerge de nuestro interior, mucho menos podremos amar las dificultades que parecen venir de afuera.
Es posible que muchas veces debas tomar caminos insensatos y absurdos para los demás, o quizás enfrentar océanos peligrosos en busca de tu estrella y de ser así sólo te diré: déjate ir sin tanto pensar. Que no transcurra para ti ningún segundo sin aceptar.
Lo sensato o lo prudente no siempre es lo más correcto.
Te amo. Gracias por leerme.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2014.
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