Por Vivi Cervera
Si existe algo que con dificultad digerimos los seres humanos, es el concepto de que estamos unidos, de que no hay separación entre nosotros y que por lo tanto hay una sola mente que piensa a través de cada individuo, generando así una conciencia colectiva, una memoria celular o un subconsciente; siendo las tres, afines en cuanto a su contenido y significado. Lo que sucede con todos nosotros es que observamos ahí afuera y vemos personas que consideramos “malas”
o “equivocadas” porque matan, roban, engañan y lastiman; así que miramos hacia nuestro supuesto interior y pensamos: “yo jamás haría algo así” cuando en realidad lo estamos haciendo, de hecho estamos siendo todo eso y más a la vez.
Para comenzar a desenredar un poco estos hilos que entretejen una verdad que puedes aceptar o rechazar, debes recordar que antes que nada, eres y serás siempre energía. Si examinas cualquier parte de tu cuerpo con el microscopio adecuado podrás darte cuenta de que eres un baile eterno de partículas diminutas con carga eléctrica, de que toda(o) tú, eres un destello en el vasto universo y que estás unida a todo lo que es igual o afín contigo de manera permanente. Entonces cada pensamiento que tienes también está hecho de lo mismo que tú, por lo tanto cada pensamiento es energía, lo que significa que cuando piensas en algo o en alguien, extiendes un hilo elástico, infinito e invisible hacia esa situación o persona y este hilo que transporta energía vital, se va haciendo más fuerte en la medida en que continúes pensando con la misma intención. De ahí nace esa comunicación no verbal, así también se desarrolla la telepatía. Estos hilos energéticos que vas creando a la par con tus pensamientos, también se entrelazan con otros de intención similar a la tuya, que están siendo creados por los pensamientos e intenciones de las demás personas en el universo. Esto quiere decir que cuando estás orando, te conectas con los seres humanos que están haciendo lo mismo y así sucede con cada uno de tus pensamientos porque ellos hacen conexión con cada hilo similar a su alrededor.
El subconsciente es ese almacén que ha guardado la historia humana; es esa parte nuestra que se comporta como un niño o como una niña y que necesita ser amada para sanar el dolor que alberga. Caminamos por la vida sin pensar en esto, vivimos sin conocernos y esto suele detener nuestros pasos u ocasionar que caminemos en círculos, pero para eso estamos aquí, para aprender, para recordar, para ser.
Si cada pensamiento que tenemos, conecta con otros que le son afines a través del espacio y del tiempo, entonces nuestro subconsciente o niño interior contiene los recuerdos o memorias de cada ser que ha estado aquí, así mismo contiene las propias vivencias de la persona que elegimos experimentar, por una sencilla razón: creamos las situaciones cotidianas por medio de nuestro pensamiento, somos creadoras y creadores responsables de cada emoción existente, responsables de lo que consideramos bueno o malo, positivo o negativo.
Entonces ¿Qué sucede cuando vemos un mendigo tirado en el asfalto? ¿Qué sucede cuando rechazamos un acto considerado impuro, cruel, maligno? ¿Qué pasa cuando alguien nos lastima? ¿Qué ocurre cuando no podemos olvidar aquello que pasó hace tanto tiempo? ¿Quién crea los virus que invaden repentinamente nuestro espacio? Podemos horrorizarnos y pensar: “Yo jamás habría creado esto”. O podemos elegir pensar así: “Si mis sentidos lo perciben entonces es mi creación y me hago responsable de ella, así que comienzo a enviarle mi amor, mi perdón, mi gratitud”. Puedes elegir, hazlo ahora.
El dolor es un pensamiento erróneo que emerge de tu subconsciente para ser sanado, es tu oportunidad de cambiar un aspecto que es parte de tu individualidad y también es parte de la colectividad, así que todo aquello que hagas por otra persona en realidad lo estás haciendo por ti, porque no hay diferencia, porque no hay separación, porque aunque existan muchas razas, dialectos, lenguas o credos, todos estamos hechos de la misma esencia y contenemos un niño interior lastimado, un subconsciente que nos muestra qué cambios realizar, una historia celular que mezcla ignorancia, sabiduría, tristeza, alegría, apatía, amor, odio, compasión. La oportunidad de modificar los aspectos dolorosos de nuestra vida, llega con cada sensación de angustia, con cada reto, con cada lágrima, con cada bienvenida y con cada adiós.
Si te observas detenidamente, eres una niña o un niño que llama madurez al acto de esconderse detrás del miedo para protegerse de todo lo que considera un posible ataque a su integridad; es aquí donde tus pensamientos son fundamentales porque estamos hablando de que si te amas lo suficiente, también lo estás haciendo por cada niño interior herido, que habita la Tierra. Hay miedos que no sabes de dónde provienen, sientes pánico de algunas situaciones y sin embargo no recuerdas qué pudo ocasionarlas. Ahora ya sabes que vienen de ese lugar tan tuyo, llamado subconsciente, que te entrelaza con todo lo que percibes.
Si te dedicas a darle un lugar en tu ser a tus miedos, sin pretender cambiar su esencia, sin desear que desaparezcan porque los consideras una parte del todo, entonces puedes entrar en ellos y vivirlos, puedes pensar: “ohh siii tengo mucho miedo… ¿Puedo amar y aceptar este miedo? ¿Puedo permitirme sentirlo? ¿Puedo dejar que se quede aquí? ¿Puedo bendecir mi miedo, mi tristeza, mi depresión, mi enfermedad, mi miedo a dejar el miedo? ¿Puedo dejar partir mis miedos?
Cada pensamiento que llega a tu mente es un recuerdo a borrar, está ahí para ser transmutado por medio del amor, porque su energía puede curar ese mundo que tú y yo continuamos creando cuando pensamos.
Entre más veces recuerdes lo mal que va tu vida, más hilos de dolor creas para ti y para todo el mundo. Esto no quiere decir que tenemos que ser perfectas(os), esto quiere decir que ser humanos significa amar nuestros “errores”, amar nuestras “faltas”, amar nuestra falta de amor. Hay miedo de hacer esto porque creemos que si amamos nuestras enfermedades, ellas se quedarán ahí por siempre y esto es falso, ya que aceptar los miedos nos permite quitarles poder, por eso la palabra “gracias” es una de las más bonitas y significativas que hay. Bendecir y agradecer cada situación que llega a nuestros sentidos es una hermosa manera de vivir. La gratitud es curativa y es la aceptación de que la perfección de Dios es real en nosotros; el perdonarte a ti misma(o) por tus creaciones, es la puerta que te conduce a ser perdonada(o) por los demás y también te conduce a perdonar fácilmente a quienes te hayan lastimado, porque sólo hay una mente y un alma, esa eres tú, unida a mí, a los demás lectores y a todas las personas que lean este artículo ahora o después, así como a todos aquellos que conocen cómo funciona el mundo real.
La gratitud unida al hecho de perdonarnos por todo lo que hemos creado con nuestros pensamientos y al amor, es parte de la corrección de un error que tuvo que existir para que pudiéramos ser quienes realmente somos. Este tal vez es el secreto más profundo de nuestro subconsciente.
Lo siento, perdóname, te amo, gracias por leerme.
Vivi
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