La magia de la autoestima es que genera amor incondicional.
La baja autoestima es el resultado de una gran lucha interna. Cuando nos enfadamos con nosotros mismos por ser como no nos gusta ser empezamos a batallar interiormente con una de las facetas del Ser.
Ser humano implica ser dual y eso no está mal.
Seres duales, es lo que somos, llenos de amor y también de miedo, de alegría y de tristeza, de enfado y de bondad, de luz y de sombra…
¿Cuántos de nosotros no han sentido nunca miedo o rabia o tristeza o frustración?
¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido mal por no ser como esperaban de nosotros nuestros padres, o nuestras parejas, o nuestros compañeros de trabajo?
Hemos crecido en la falacia de pensar que solo tenemos que ser bondad, y eso nos ha abocado a una lucha interior tan intensa que nos hemos ido desgastando.
La lucha interior genera lucha exterior, porque la realidad es un espejo que nos muestra, constantemente, la parte de nosotros que no queremos ver. Aquel al que detesto o me molesta me está enseñando la parte de mí que quiero esconder, porque me avergüenzo de ella, porque a los demás no les gustará, porque me van a criticar, porque de pequeño me dijeron que eso estaba mal…
Sin querer nos estamos obligando, los unos a los otros, a ser incompletos. Nos estamos tratando con extrema exigencia. Premiamos al que es bueno; castigamos al que es malo, englobando en ese término todos los aspectos de la dualidad que consideramos detestables: la debilidad, la cobardía, la irascibilidad, la inseguridad, la vanidad…
El humano es dual.
Toda esta dinámica genera una cárcel irreal, en la que crecemos prisioneros. Esa cárcel se llama CULPA, y en ella llegan el sufrimiento, los conflictos, la carencia, la enfermedad…
La culpa potencia la lucha en nuestro interior y lo confunde todo a nuestro alrededor.
Ser como somos está bien. La autoestima es el principio de la liberación. Me libero de mi cárcel interior cuando comprendo que soy dual y que eso no está mal. También cuando comprendo que todo lo que soy me ayuda en realidad. Cada aspecto de mi dualidad me aporta un beneficio que no debo ignorar, porque si lo hago lo anularé. Me anularé.
Cuando abrazo a todos esos yoes que intento negar o esconder, sintiendo verdadero agradecimiento por todo lo que me aportan, empiezo a amarme de verdad. Se acaba la lucha en mi interior, y entonces comienzo a sentir amor hacia los demás, amor incondicional, algo que llega de manera natural sin que tenga que forzarlo. Amor incondicional que fluye desde el alma y desde la paz. El niño bueno que soy emerge con toda su luz cuando abrazo al niño malo que escondí para gustar a los demás.
Esta meditación te aporta una pauta para fomentar ese proceso en tu interior. A través de ella podrás reconocerte, descubrirte y abrazar todo lo que eres, para sanar por fin el origen de tu lucha interior, que es la que genera lo que hoy convierte tu vida en una experiencia de dolor.
Puedes vivir experimentando y comprendiendo o puedes vivir sufriendo. Tú decides. En ambos casos aprenderás. En el segundo, lo harás por el camino más arduo; en el primero, brillarás.
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