Una de las acciones más difíciles que
enfrenta un ser humano es la de perdonar. Y lo es porque definitivamente va en
contra de lo que está en el sentimiento, en contra de la mente, en contra
de la razón.
Si razonas el perdón, te darás cuenta de que resulta tan
aparentemente injusto, que no alcanzas a comprender porqué
has de ser tú quien tenga que perdonar los errores o los actos
dolosos que otras personas cometieron en tu contra. Y es por esto que luchas
por defender tu dignidad de esas voces o de esas palabras que te dicen que para
estar en paz con la vida es importante perdonar.
Pero ¿Cómo obligar a tu mente a que
perdone a esas personas que físicamente ya no están,
pero que en esencia continúan adheridas a tu ser, como parásitos
que roban tu energía, como fantasmas inmunes al tiempo? ¿Cómo
pedirle a tu mente que perdone lo que a todas luces parece imperdonable?
Resulta que todo empeora cuando te haces preguntas. El perdón
no es algo que puedas manejar de esta manera o presionándote u obligándote
a llevarlo a cabo sólo porque muchas personas dicen que así
se vive mejor, (que de hecho así es), pero aunque así
sea, tú
eres tú
y tienes tus propios tiempos, tu propia historia, tus propios recuerdos; por lo
que no puedes compararte con los demás.
Siempre he creído y esta es una opinión
muy personal, que más que amar el amor y todas las cosas bellas que nos
rodean, hemos de amar lo que llega, porque no sabemos por qué
llega o de dónde lo hace exactamente, no sabemos nada. En
principio, no tenemos la más remota idea de si un estado deno
perdón (temporal
o eterno) puede conectar, coordinar o sincronizar una sola vida o millones de
vidas alrededor del planeta. No tenemos idea de toda la perfección
que se pasea invisible a través de ese tiempo en el cual no
sabes qué
hacer con tu vida para seguir adelante, para olvidar. No tenemos idea de porqué
vivir la vida como la vivimos es lo perfecto. Y es por ello que dices: te
amo, lo siento, perdóname y gracias. Porque más que amar lo
que te dijeron que es correcto, amarás lo que es.
Evita criticarte o cuestionarte. Y sobre todo evita criticar
el hecho de criticarte. Deja que se quede. Todo ser humano ha de caminar de la
mano con su cielo y con su infierno, con su luz y con su sombra, con su miedo y
su valentía,
con su rebeldía y con su humildad, con su rigidez y su
flexibilidad, con su dolor y su redención, con su odio y con su amor,
sin tomar partido, sin elegir.
Como dato interesante te comento algo que ya he mencionado y
escrito en otras ocasiones: mi trabajo de luz se edificó sobre
memorias ancestrales de rencor, de dolor, de lágrimas. O sea que sin todo
ello, tú
no me estarías leyendo en este instante. Es por eso que el
trasfondo del odio siempre es amor.
Algo me resulta desconcertante: que una enfermedad, una
separación,
un divorcio, una ruptura, un dolor, un odio, pueda ser el motor que pone en
marcha la limpieza de un evento mundial. Por ejemplo: te separas de la persona
que amas, pero quizá esto es la herramienta que usa la divinidad para
que una guerra no suceda gracias a tu limpieza. Quizá tu guerra
interior es el presagio de una paz total. Es por eso que no sabemos nada!.
Aunque estoy a favor del perdón y de la paz que llega con el,
también
sé
que no hay nada más hermoso que perdonarte porque te es difícil
perdonar a alguien más, perdonarte porque esa acción sí
la puedes conjugar.
Gracias por leerme.
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