En estos tiempos
en que miramos las noticias de lo que sucede y nos sentimos sobrecogidos y
desolados, y ese sentimiento se ahonda si nos conectamos con el pasado, con lo
que teníamos, con los afectos perdidos y todo lo que ya no está, sentimos eso
como el peso que ha dejado el transcurso de los años, la historia. Muchos se
conectan con un vacío y se lo atribuyen a la falta del apoyo emocional externo,
a que nadie se preocupa por ellos o a la falta de la pareja, del amigo, de la
familia. En fin, los motivos son distintos. Muchos están lejos de su tierra,
movidos por necesidades económicas, y no logran enraizarse o sentir que
pertenecen.
Cualquiera que
sea la causa, el sentimiento de soledad aprieta el corazón,
cierra la garganta,
nos hace meternos y vivimos en pánico y angustia. Nos sentimos víctimas del
desamor. Muchas veces este sentimiento lo tenemos aunque estemos rodeados de
personas, pero nuestros viejos dolores, nuestras protecciones para no sufrir y
tantas cosas más, nos hacen impermeables a compartir los afectos.
De esta manera no
podemos recibir, no podemos detectar lo que viene hacia nosotros, lo que nos
quieren dar, ya que ese sentimiento cierra las puertas. Otras veces estamos tan
aferrados al pasado, a castigarnos por lo que no hicimos o por lo que nos salió
mal, o tenemos tantos resentimientos que son como una coraza de acero que ya no
nos permite ni acercarnos, que sólo existe eso para nosotros: el viejo
sentimiento de reproche, de rencor por algo que ya sucedió. Y es así como
cerramos las puertas a la vida y a las nuevas vivencias compartidas.
Generalmente no nos damos cuenta de que, a los únicos que el resentimiento
realmente lastima, es a nosotros mismos.
Estos rumores
subterráneos nos quitan fuerzas, nos quitan ganas, y nos hundimos en ellos. Es
un enfoque de nuestra mente que repite el pasado, que no nos permite vivir el
presente y que no ve el futuro, sólo ve lo mismo que ya fue. Mi intención en
este encuentro es compartir una invitación a dejar ir el pasado y abrazar el
presente, nuevo, fresco, con inocencia, dicha y amor. Esto es lo que tuve que
descubrir yo para salir de mi propio sentimiento de soledad y abandono en el
que estaba inmersa ahogándome en los miedos, y que hasta que no toqué fondo, no
pude salir. Es bueno tocar fondo, ya que sólo hay una dirección hacia la cual
ir, y es saliendo de ahí, haciendo lo opuesto de lo que hemos hecho hasta
ahora, y sobre todo, amando ese lugar en el que nos sentimos víctimas tan sólo
por vivir.
Tenemos una
tendencia automática que a veces se transforma en adicción: sufrir. Mi
invitación es a descubrir algo que está esperando a ser despertado en ti, está
adentro, en tu corazón, por el mero hecho de que eres humano. Y este camino te
lleva a vivir en amor-conciencia. Cuando expandimos el amor incondicional en
nosotros, deshaciéndonos de los miedos y del bagaje que nos agobia y separa, la
soledad es un sentimiento que ya no existe. Comienzas a abrirte a recibir, pues
te estás diciendo SÍ a ti mismo, a la vida, estando presente en cada momento
con lo que es en lugar de estar ausente, agobiado por lo que fue y encapsulado
por el miedo a que se vuelva a repetir.
La conciencia
jamás está sola. Observa a los niños: ellos juegan solitos, imaginando cosas,
sintiéndose completos dentro de sí en cada momento. NO piensan “sería más feliz
si tuviera más amigos”, ellos no piensan así. Sólo crean su propio
entretenimiento. Todo lo que necesitas está dentro de ti. La conciencia jamás
está sola, porque se está amando a sí misma. Disfruta de sí misma y vive
completa dentro de sí. Puedes estar en una sala con cien personas y sentirte
solo, porque el estar contigo mismo es insoportable: “No me gusta estar solo,
necesito a alguien o algo que me distraiga y me mantenga alejado de mí”. Pero
si estás anclado en el amor-conciencia puedes estar solo pero nunca sentirte
solo, puedes elegir estar con alguien, pero en realidad no necesitas de nadie.
Lo que creemos que necesitamos es una idea, porque buscamos fuera, porque nos
alejamos de la fuente, porque tenemos el hábito de ver el vaso medio vacío en
vez de verlo medio lleno.
¿Qué sucedería -
y esta es mi propuesta en este encuentro - qué sucedería si cada vez que
sientes que te falta algo y que diriges la mirada hacia afuera a buscarlo, paso
seguido a no encontrarlo, paso seguido a sentirte pesado, sin ganas, triste,
sin fuerzas, desalentado, o como sea, como si tuvieras un gran bagaje que pesa
cada día más, qué sucedería si te enfocaras en apreciar las cositas más
pequeñas que te rodean, apreciar, aunque no tenga sentido, la florecita
diminuta que casi pisaste y que en su pequeñez goza de una perfección de
líneas, de formas, hasta de aroma, que es de maravillarse? ¿Y si aprecias al
niño jugando, al perro custodiando su hueso, a la mamá que toma a su pequeñita,
a la pareja que camina sosteniéndose en un abrazo como si no existiera nada más
en el mundo, a la nube que está por tapar al sol, al sonido del tráfico tan
ruidoso que casi podría ser una sinfonía desafinada, y así, todo lo miras con
apreciación? Notarías que algo en tu pecho, en lugar de apretarse, se empieza a
abrir, y hasta en algún momento tal vez te encuentres con una sonrisa que se
esboza desde dentro hacia afuera.
El apreciar es
como decir sí a todo, y tal vez, sólo tal vez, hasta notes que comienzas a
emanar ese SÍ y a atraer la atención de otros que vibran en esa sintonía. Pero
sin expectativas, no para conseguir algo, sino para vivir el momento con otro
sentimiento, con otro color. Aprecia tu hoy. Y escucha, escúchate profundo
dentro y verás cómo la soledad ha quedado atrás y has encontrado ya a tu mejor
amigo. Y así, sanando la separación de ti mismo, tampoco te sentirás separado
del resto. Cuando el amor está fluyendo desde dentro de ti puedes dar a los
otros, y también encontrar, lo que estabas buscando en tantas partes y con
tantas personas: tu mejor amigo. Estaba todo el tiempo esperándote, estuvo
siempre allí, en tu corazón.
Isha
Isha, muchas gracias por tu ayuda. Si bien es verdad que tengo dentro de mi lo que necesito, también lo es que cuando estoy muy caída, una mano de amor y luz como la tuya o de alguna amiga como me ha ocurrido hace un rato y recién, son valiosas. Sé ouede sola pero el esfuerzo es más que mucho. Otra vez gracias, te amo. Susana
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