Tener niños en mis entrenamientos es el mejor regalo para mí. Obtengo tan sincera confirmación de ellos porque, como tú sabes, los niños no mienten.
El Dr. Ihaleakalá Hew Len siempre decía que es más fácil enseñarle a una silla a hacer Ho’oponopono que enseñarles a las personas, porque nosotros pensamos (intelecto). Estamos siempre pensando, comparando y haciéndonos historias. ¡Nunca estamos presentes!
Bien, resulta que es también más fácil enseñarles a los niños. ¡Ellos no complican las cosas con racionalización innecesaria ni sienten la necesidad de “entenderlo” todo, como nosotros!
¿Sabías que durante los entrenamientos de Ho´oponopono es mejor si te quedas dormido? De esa forma, ¡no te tomas el proceso de manera personal! El intelecto a menudo se cansa de tanto “pensar”. Sin embargo, la mente subconsciente (tu niño interior), nunca duerme y es precisamente con esta parte con quien queremos compartir esta información.
He tenido tantas experiencias maravillosas enseñando Ho´oponopono a los niños.
No hace mucho tiempo, una madre se dirigió a mí luego de una conferencia y me dijo que su hijo quería decirme algo. El niño tenía 8 años y me dijo, “Yo le dije a mi mamá, gracias por haberme traído. Voy a practicarlo así cuando sea grande tendré menos problemas”. Luego la madre me consultó sobre un problema que tenía. Quería mi consejo. Así que miré a su hijo y le pregunté, “¿Qué le dirías a tu mamá?” Y el niño respondió, “Le diría que no se preocupe tanto, que no se lo tome tan seriamente”. Luego le dije a la madre, “la próxima vez que tengas un problema, ¡pregúntale a tu hijo!”
Todos los niños tienen historias tan fantásticas para contar cuando vuelven como repetidores. Tengo niños en Rumania que volvieron solos porque sus padres no podían asistir ese día. ¡Esos niños insistieron en volver aún cuando sus padres no podían! Entonces los padres tuvieron que traerlos por la mañana y pasarlos a buscar al terminar el seminario.
En Argentina una niña se me acercó durante un recreo y me preguntó, “Mabel, ¿cómo sabes tanto de Ho´oponopono?” Y mi respuesta fue: “No lo sé”.
Es mucho más fácil trabajar con niños. Cuando les digo a los niños: ”Sólo digan ‘gracias’ y suelten”, se van saltando y brincando repitiendo “gracias”. Cuando les digo a los adultos que repitan “gracias”, los adultos preguntan, “¿Cómo digo gracias?” “¿Tengo que decirlo de verdad?” “¿Tengo que sentirlo?” Estamos siempre tratando de entender, pero no hay nada que entender y los niños lo saben.
El año pasado cuando fui a Caracas, Venezuela, un niño de 5 años vino hacia mi durante uno de los recreos y me dijo, “Sabes algo, Mabel, tengo un amigo que siempre está llorando porque siempre quiere lo que yo tengo. En la vida, tienes que estar agradecido por lo que tienes. ¡No puedes estar mirando lo que tienen los demás!”
¡Qué lección! ¿Todavía piensas que tus hijos están aquí para que tú les enseñes? ¿Para decirles lo que es correcto y perfecto para ellos? En realidad ellos son tus gurús y vinieron a enseñarte a ti. Están aquí para darte una oportunidad más. Si no sabes lo que es correcto para ti, ¿cómo puedes saber lo que es correcto para ellos?
Este año en Caracas, Venezuela, una madre comentó que su hijo cambió de opinión y no quería asistir al entrenamiento el primer día, entonces me lo acercó. Cuando le dije que no tenía que estar con nosotros, que podía sentarse en el piso al final de la sala y jugar con sus juguetes, aceptó y dijo que estaba bien quedarse. Bien, terminó eligiendo sentarse en la primera fila y no se movió de su silla durante todo el entrenamiento (¡ambos días!) El primer día era sobre Ho´oponopono y el segundo un entrenamiento de Frecuencia Cero®. El segundo día trabajamos en encontrar nuestros talentos y pasiones. Participó en todos los ejercicios interactivos, siempre con adultos de compañeros. Al final, cuando pregunté quien quería compartir, saltó de su silla varias veces para compartir con nosotros cómo iba a utilizar las herramientas del seminario para ayudar a los demás y cambiar el mundo. Fue asombroso. Lo puedes ver en este video.
En Guadalajara, México, dos niños se me acercaron durante el recreo. Uno de ellos había realizado dibujos de todo lo que les había estado comentando. Mira el video aquí. El otro me preguntó qué le podía decir a un amigo suyo que se sentía muy triste y muy solo. Le dije que le dijera a su amigo que él nunca está solo, que Dios está siempre con él y le pregunté si pensaba que su amigo lo entendería y si pensaba que esto lo podía ayudar. Me respondió: "Sí, se lo diré a mi amigo. Lo entenderá perfectamente".
Los invité a que suban al escenario y lo hicieron. En un momento, una mujer levantó su mano y preguntó como podría ayudarse a sí misma porque su marido había sido asesinado delante de sus ojos y no podía quitarse esa imagen de su mente. Este niño, sin siquiera pensarlo dos veces y antes de que pudiese abrir mi boca, respondió: "¡La culpa la tienes tú porque tú la traes a tu mente y luego no la quieres soltar!". Nada tuve para agregar.
La paternidad puede ser mucho más fácil de lo que piensas y definitivamente más gratificante y efectiva, si sólo recuerdas un par de verdades. Cada vez que dices “gracias” o “te amo” (mentalmente si no lo sientes) en vez de reaccionar, tratar de controlar, preocuparte, le entregas tus hijos a Dios para que los guíe y los proteja. Recuerda, Dios creó a tus hijos y sabe lo que es perfecto para ellos. Tú no. Por favor no mediques a tu hijo para que tú o sus maestros se puedan relajar. La mayoría de las frustraciones de nuestros hijos provienen del hecho de que estamos dormidos. No les digas lo que tienen que hacer. Préstales atención. Escúchalos. Permíteles ser ellos mismos. Aliéntalos a que se acepten leyéndoles El Camino Más Fácil para Crecer antes de irse a dormir. Los niños felices nunca son problema para nadie. Cuando estamos bien, nuestros niños están bien. No al revés. ¡Están esperando que lo entendamos!
Recuerda: ¡háblale a tus hijos cuando están dormidos! No les digas que al otro día tienen que hacerse su cama, ordenar su ropa, ayudar con las tareas del hogar y obtener buenas calificaciones. Sólamente diles “Te amo. Gracias por estar en mi vida.” Aun si tu hijo/a ya no vive contigo, ¡háblale cuando sabes que puede estar durmiendo! Obtendrás mejores resultados. Y si les tienes que decir algo cuando están despiertos solo diles “Te amo. Gracias por estar en mi vida”. Eso es todo lo que necesitan escuchar.
Entonces, solo relájate. Alguien que los conoce mejor los está cuidando muy bien. Tú no sabes en realidad qué vinieron tus hijos a vivir y/o experimentar en esta vida. Permite que tus hijos sean tus maestros. Aprecia su existencia y lo que han venido a ofrecerte y todos cosecharán incalculables beneficios.
Mabel Katz
Mabel Katz
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