Hace algunos años cuando leí a Caroline Myss en Anatomía del espíritu, me di cuenta de que no conocía totalmente mi cuerpo, de que ignoraba totalmente la forma en la cual lleva todos sus procesos y que por lo mismo estaba muy lejos de conocer hasta qué punto cuenta cada palabra pensada, sentida o pronunciada; ignoraba a qué grado se puede crear o destruir con cada proceso de la mente o con el sentido que se le dé a las experiencias vividas.
Caroline ejerce la medicina intuitiva, o sea que posee la facultad de leer un cuerpo humano y percibir las razones por las cuales alguna de sus partes puede llegar a tener problemas o las causas por las cuales ha enfermado. El hecho de haber descubierto su talento la llevó a analizar profundamente al espíritu, a la conciencia que habita al cuerpo humano para finalmente demostrar que cada órgano está asociado a centros energéticos vitales (chakras) cuyo funcionamiento depende del grado de sinceridad, honor, poder interior y amor propio que podamos sentir.
Actualmente hay muchas personas que nacen con esta facultad o que la desarrollan por medio de diversas prácticas y para ellas es cotidiano observar a alguien o leer su nombre y permitir que la información más importante (sobre esa persona) sea “descargada” o baje a través de la mente clarividente en forma de imágenes, sensaciones o percepciones diversas para brindarle ayuda de manera exacta, tal como puede hacerlo un aparato de rayos x. Por eso una persona con este don puede recibir información (por ejemplo) de cómo le hablaste a tu cuerpo cuando te estabas mirando en el espejo hace un par de días o hace un par de meses o quizás un par de años; ella puede “sentir” cada palabra con exactitud; todo depende de la intensidad con la cual eso que dijiste haya entrado en tu sistema y a qué nivel haya perdurado en tu recuerdo.
La cuestión es: Todo lo que piensas, sientes, pronuncias o gritas adquiere un valor, un tono o un dato que se mezcla en el mar de energía que eres, viaja a través de tus órganos, se filtra en tu red de canales o meridianos y crea un sentimiento, una emoción o una forma que los obstruye o los libera. Esta información se codifica y ocupa un lugar, flota o se plasma para generar una respuesta, o sea que tanto lo que dices como lo que no dices tiene un valor, un punto de partida y un punto de llegada. Sin embargo lo más complejo de todo, es el hecho de que toda tu estructura física y energética está diseñada para contener al infinito y es por eso que cada palabra amorosa hacia ti, se expande a través de tu Ser o de tu conciencia para penetrar los demás seres o conciencias que están dentro de ti, en tus pensamientos, en tu imaginación, en tu mundo sensorial.
Por esa razón, lo que sea que estés pensando o sintiendo en este momento es una creación porque en un mundo hecho de ideas, tanto los sonidos como las vocales, las letras, las palabras, las frases, las oraciones y expresiones generan emociones, sentimientos o sensaciones como por ejemplo: “Siento mucho frío” o “Estoy enojada” o “Estoy agradecida”. Y alguien que pueda leer el cuerpo humano detectará lo que estás pensando, recibirá lo que estás enviando y descubrirá dentro de sí, el porqué de lo que sientes.
El poder de leer un cuerpo humano es algo de una naturaleza totalmente cuántica y holográfica porque te da a entender que todo lo que consideras íntimo, privado y tuyo está al alcance de cualquier mirada intuitiva, y que es información disponible para la persona clarividente. Esta es otra de las razones por las cuales tú eres el Uno, y de ahí también se desprende la frase: “Todos somos Uno”. Si esto no fuera cierto ¿Cómo puede tu mundo interior ser “descargado” a través de otra mente humana?
Lamentablemente esta es una facultad que la raza humana ha perdido, pero estamos en vía de recuperarla, de hecho lo hacemos posible cuando textos como este salen desde tu corazón para tomar forma en la conciencia mía. Así mismo estamos recuperando el poder interior que nace del amor propio por medio de las 4 palabras que curan, hasta que llegue el momento en el que los humanos seamos totalmente sinceros, totalmente honestos individual y colectivamente, porque podremos mostrarnos tal cual somos, con total transparencia y libertad.
Quizás después de leer todo esto puedas comprender que pronunciar un simple y sencillo “Lo siento” puede devolverte aquella perdida sensación de unidad que viaja por tu piel, que es el órgano más grande que posees y que de esta manera te hace más sensible ante las vivencias de las demás personas, te hace más desapegada de los resultados y te convierte en Unidad.
Ahora tal vez percibas que la palabra “Perdóname” y su sonido hacen eco en órganos tan importantes como tu páncreas o tu colon y que si poseyeras la facultad de leer tu propio cuerpo entonces podrías ver escaleras apoyadas en tu hígado y pequeñas células subiendo los peldaños para poder trasladar baldes repletos de nutrientes. Y entonces te sería más sencillo perdonarte por no ser lo suficientemente algo, o por no ser la persona que todos esperan, por haber fallado o por no haber hecho lo que pensaste siempre que era correcto. Quizás podrías perdonarte para que la vida fuera más fácil para tus hijos o para aquellas personas que amas.
Y si sólo dices “Gracias” ya estás entrando en contacto con tu corazón y estás permitiendo que tanto venas como arterias trabajen sin tantos obstáculos en su camino y en ese acto desprendido es posible que sientas que tu sangre se convierte en luz, que tu hipertensión o tus malestares cardíacos son tus aliados y no tus enemigos. Que aquello que más te entristece es un regalo que la vida te dio para mejorar y que sólo sientes gratitud por estar aquí ahora, con vida.
Si pudieras leer tu cuerpo y observar el recorrido que hace la gratitud en ti, entonces jamás dejarías de decirte a ti misma: “Gracias”. La gratitud recarga tu cuerpo de energía, te ahorraoras y horas de sueño, de letargo, de pereza, de auto crítica; también te conecta con la Fuente y sobre todo te saca de cualquier situación en la que sientas que no hay salida. Si confiaras en ti lo suficiente, es probable que ahora pudieras ver centenares o miles de células de tu color favorito con palas y máquinas resanando las grandes avenidas, los carriles de tu red energética de meridianos. La gratitud transmuta las guerras de tu mente en amor por ti o sea amor por la humanidad.
Algunas personas me dicen: “Vivi yo no siento que me amo, entonces ¿Cómo puedo pronunciar esta palabra?” Y la verdad es que no importa, hay tan poco amor propio en el individuo promedio, que al principio esto de pronunciar un “Te amo” puede parecer loco, descabellado, absurdo y después llegan las dudas, las preguntas y las negaciones: “Pero yo no me amo”. Entonces algunas personas se detienen y otras pese a sus pensamientos compulsivos continúan. Si este es tu caso no dejes que esta duda te afecte porque el sonido cuenta, la frase trae su propia vibración y siempre llega al lugar que tu cuerpo le ha destinado para curarlo. “Te amo” es el sonido más sanador del Universo y si llegó a ti entonces no lo dejes ir. Esta frase se pronuncia constantemente con total desapego y si se puede con aprecio, con un bello sentimiento, mucho mejor.
Esta frase cubre tu cuerpo y viaja a través de tus pulmones desatascando tu respiración. Recorre tus riñones transmutando los miedos y quizás sientas que millones de células sonrientes le dan vitaminas a las células tristes de tu sistema inmune, o que algunas otras que nacieron con el arte de la jardinería siembran césped suave, fresco y verde alrededor de las zonas más áridas de tu cuerpo, entonces quizás sientas que por primera vez estás viviendo y que por lo mismo es la primera vez que te estás alimentando.
Las palabras que duelen, las frases de odio y los pensamientos no observados tienen un efecto contrario, generalmente destruyen, lastiman, duelen, atrapan, coartan, debilitan, golpean y empequeñecen al Ser. No eres culpable por pronunciarlas, tan sólo eres responsable de sentirlas. Entonces ponte a trabajar contigo, a amarte desde ya, tal como te he dicho hoy aquí.
Me extendí en este artículo porque no me fue posible detenerme, las manos sólo escribían y todo llegaba fácilmente para ti. Es un placer conectar con tu alma de esta manera. Gracias por leerme.
Viví Cervera
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