Sentimos que por nuestra timidez se opaca nuestro talento, se pierden oportunidades de crecer y progresar y nos sentimos atrapados en un círculo vicioso
lunes, 07 de febrero de 2011
La timidez, disfrazada de falta de iniciativa, o falta de interés, o indiferencia, viene desde un lugar más profundo aún.
En este lugar más profundo podemos encontrar puro miedo, miedo a lo que otras personas piensen de tí, miedo a ser desaprobado, o miedo a lo que sea. Es simplemente miedo.
Si eres uno de mis estudiantes o te guías por mi libro, tienes allí herramientas prácticas para usar cada vez que el freno aparece. Pero si no, ¿qué hacer?
Lo único que podemos hacer es encontrar la seguridad en nuestro interior: que te importe mucho más lo que tú piensas de tí mismo que el exterior. Seguramente vienen pensamientos de autocrítica, seguramente algún personaje crítico y autoritario en nuestra historia nos hizo sentir menos, nos hizo sentir mal frente a una situación en la que teníamos que mostrarnos, pero en realidad no importa qué fue, ni cuándo, ni cómo. Lo único que importa es que cuando eso actúe - porque nuestro recuerdo, nuestro pensamiento, tiene a ese personaje grabado dentro - escuchemos a nuestro corazón diciéndonos SÍ, dirijamos a nuestro cuerpo dando los pasos para mostrar nuestro talento, disfrutar nuestra pasión.
Vivir en miedo, sin realizar el potencial, sin experimentar tu pasión y sin avanzar, es doloroso. Enfócate en la conciencia, en el amor a ti mismo, en ese espacio en tu corazón que te dice SÍ, y empújate. Me acuerdo cuando empecé a cantar. Todo en mi vida lo había hecho semi-ebria. Era esa mi valentía, pues yo era tan tímida - es muy difícil de imaginar ahora - que yo solía beber para poder hacer todo, para relacionarme socialmente también, ya que era muy insegura. Me aterrorizaba lo que la gente pensara de mi. Bueno, resulta que lo único que no podía hacer ebria era cantar, porque entonces desafinaba, y la primera vez que subí al escenario, yo temblaba. Estaba parada detrás de la guitarrista y recuerdo que la primera canción que canté se llamaba "Cayéndome a pedazos". ¡Y era verdad! Me estaba desmoronando, y por supuesto todos mis amigos habían ido y fue peor aún, temblaba más.
Pero lo logré. No sé si lo hice bien, todos me dijeron que había estado fantástica, pero lo importante fue que lo hice. Y es así como uno lo hace: haciéndolo.
Para cultivar la confianza en uno mismo no hay garantías, no hay papeles firmados. Se confía confiando, dando los pasos, experimentando y asimilando. Eligiendo cada vez aquello que nos traerá lo mejor que podemos recibir, aunque no lo sepamos, aunque no lo conozcamos. Porque ésta es la naturaleza de la vida, siempre viniendo hacia nosotros con lo mejor, cuando decimos SÍ y nos enfocamos en el amor conciencia.
Si yo en aquellos tiempos hubiera tenido una herramienta como ésta que comparto con ustedes, ¡wow! Pero fue todo aquello lo que me empujó a experimentarla y luego compartirla, porque una vez que tienes conciencia, no hay nada que no puedas hacer, pues te sientes seguro dentro de ti. Y eso es lo más importante: que te estés dando, dando todo lo mejor porque te mereces el amor, te mereces brillar.
Es lo que yo te invito a experimentar. Entonces, haz una listita de las actitudes en las que en vez de dar un paso, te hechas atrás. Vas a sincerarte con lo que quieres alcanzar y ver si estás preparado, sino, empieza a investigar. Y así cada vez que te sientes frenado te propones y das un pasito más, sin estar pendientes de resultados, solo de ese pasito, de romper el freno poco a poco, prontito vas a fluir.
Por Isha
No hay comentarios:
Publicar un comentario