Erase una vez un mundo aislado, donde el Señor Muerte caminaba con Don miedo, su socio, publicista y lacayo.
Justo en el preciso momento, en que este mundo comenzaba a ser consciente de la vida real del universo, el señor muerte y don miedo, se replegaron para protegerse hasta acabar fundidos en la misma figura, desapareciendo así sus títulos ancestrales y nombres propios.
Erase una vez un mundo donde muerte
caminaba con miedo, sin títulos que mostrar.
Ambos, fueron reconocidos en el turbio espejo con idéntico final,
La muerte, quedo de esa manera frente a su último cliente, y se dispuso a cumplir su inexorable papel, poniendo al mundo entero, justo del revés:
El miedo a la muerte, se transformó así en la muerte del miedo, y la muerte del miedo liberó al hombre de su trampa ancestral literaria enquistada. Y por fin, el cuento comenzó a escribirse de otra manera:
El cuento de La muerte del miedo.
Justo en el preciso momento, en que este mundo comenzaba a ser consciente de la vida real del universo, el señor muerte y don miedo, se replegaron para protegerse hasta acabar fundidos en la misma figura, desapareciendo así sus títulos ancestrales y nombres propios.
Erase una vez un mundo donde muerte
caminaba con miedo, sin títulos que mostrar.
Ambos, fueron reconocidos en el turbio espejo con idéntico final,
La muerte, quedo de esa manera frente a su último cliente, y se dispuso a cumplir su inexorable papel, poniendo al mundo entero, justo del revés:
El miedo a la muerte, se transformó así en la muerte del miedo, y la muerte del miedo liberó al hombre de su trampa ancestral literaria enquistada. Y por fin, el cuento comenzó a escribirse de otra manera:
El cuento de La muerte del miedo.
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