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miércoles, 15 de junio de 2011

La mala ortografia


Vivi Cervera

Quizás mi educación (en Bucaramanga, Santander) transcurrió en el colegio ideal porque para mis profesoras no existía algo más importante que la correcta ortografía y la impecabilidad en los escritos, de hecho las demás materias palidecían frente a la gran importancia que tenía para las profesoras el español y el enseñarme a transmitir las palabras en la forma más elegante y eficiente posible. Ahora sé por qué estuve ahí, ya que mi vida se apoya por completo en las ideas, las palabras, los sonidos y las letras; sólo espero que la clase de español haya servido de igual forma a mis compañeras de ese entonces porque yo aunque me siento agradecida, después tuve que dejar partir todo eso para estar mejor.




Y lo hice porque descubrí que el mundo está lleno de diversidad y que no todas las personas nacen con las mismas oportunidades y talentos, no todas encajan con mis propios conceptos de perfección y no todas las personas se encierran en lo establecido a la hora de expresarse. También entendí que yo no llegué a este mundo para cambiarlo sino para liberarme de mis propios conceptos limitantes respecto de él y fue así como concluí que lo correcto nació para ser corregido, lo bueno nació para ser borrado y lo perfecto llegó para ser limpiado. Esto incluye a la ortografía, a la belleza, a la fealdad, a la riqueza, a la religión, a la pobreza, al amor humano, al dolor y a la compulsiva tentación de creer que tengo la razón.
Hay algo que nos acompaña como una sombra haciendo más rígida y complicada nuestra vida: se trata de la lucha por cambiar lo que creemos que está mal y en esta batalla no nos damos cuenta de que vamos en contra de lo que está adentro, en contra de las neuronas que en algunos casos han creado algo así como un sindicato con derechos propios en la mente humana. En esta rebelión no hay ganadores ni hay quien tenga la razón, sólo se trata de ti o de mí y de ese viejo hábito de calificar lo que percibimos.
Cuando lo que miramos no encaja con la grabación que ha sido instalada en nuestra mente, hay una señal de alerta de la misma forma que sucede con un computador: Error!!! Error!!! Error!!! Y de inmediato se crea un conflicto que va a generar incomodidad en quien está observando una situación (o sea tú) y es por esto que quien observa debe iniciar un proceso limpiador. Esto aplica por ejemplo cuando ves una palabra que se escribió de manera contraria a como figura en tu banco de datos, lo que ocasiona que de inmediato pienses: “está mal”… Pero ¿Quién lo dice? ¿Quién afirma que está mal? Pues la grabación que llevas contigo a todos lados. Lo que significa que una memoria o recuerdo que proviene desde milenios te está haciendo entender que eres una mejor persona que quien ignora cómo escribir “correctamente” y la verdad no creo que tu Yo Divino opine lo mismo y que esté diciendo: “oh! A este señor no le voy a hacer caso porque no me escribió correctamente, tiene pésima ortografía”; y la verdad es que no lo creo porque tu Yo Divino es feliz cuando te despojas de lo que te enseñaron y vuelas con libertad, ya que aun de estas ideas de lo que es correcto o incorrecto tendremos que liberarnos si queremos estar limpi@s de recuerdos. Aún de este artículo has de despojarte si quieres libertad.
Las personas que no toleran la ortografía incorrecta son el símbolo de esa mente nuestra, de esa mente mía que no puede ver más allá y que quizás se pierde de una enseñanza porque viene escrita de una forma contraria a la que nos vendieron, y esto refleja más aspectos de la forma rígida en que se interpreta la vida y quizás por ello a veces te pierdas de una puesta de sol ya que no traes sombrero, quizás tus batallas sean más duras porque no puedes comprender que hay otros caminos distintos a los enseñados y es esta resistencia la que te hace perder la conexión con el nivel de tolerancia que hay que tener -no con las personas que se cree ver afuera- sino con la rebelión del propio sistema interno, con el nivel de intolerancia que se tiene frente a los actos propios.
Lo que he aprendido es que aquellas personas que creen tener mala ortografía consideran siempre una variedad de opciones y saben que aparte de ese “boy a la plasa mas sercana” hay otras formas de escribir -esta frase- que tal vez ignoran, pero que ahí están para cuando les sea posible usarlas. En cambio quienes saben que siempre “voy a la plaza más cercana”, no admiten otra forma de escritura y se encierran en una perfección que no les define como seres inteligentes, ni les califica como seres superiores, sólo les limita para ver el paisaje que está detrás de las montañas.
Aprendes esto cuando recibes muchas cartas con “mala” ortografía pero cargadas de sabiduría, entonces estos seres se convierten en tus maestros, incluso más que quienes conocen los secretos de nuestro hermoso idioma. Y sabes también que la misma educación rígida que recibimos es la que impide que estas personas publiquen sus escritos en un blog, porque temen no ser leídas o ser censuradas por escribir de forma diferente, aún teniendo tanto para enseñar.
Algo tan cotidiano como la ortografía te brinda una idea de cómo nos comportamos respecto de todo lo demás y te lleva a comprender que la pobreza en América Latina quizás no provenga de las personas que no han estudiado, sino de las que han estudiado demasiado, tanto como para que la rigidez implantada en ellas les obligue a olvidarse de sí mismas.
Con esto no quiero decirte que escribas de modo incorrecto o diferente al que te enseñaron. No!. Yo sólo te invito a que seas tú y a que no te pierdas de un regalo que puede estar llegando a tu vida en la envoltura más inesperada, en una envoltura que no es tan bella. Esto incluye a tu hombre o mujer ideal, incluye el hecho de respirar conscientemente como la mejor medicina del alma, incluye la aceptación de tu cuerpo físico e incluye a las oportunidades que flotan a tu alrededor pero que no puedes ver porque tal vez te falta flexibilidad y pasividad para aceptar lo que medio mundo considera inaceptable.
En este momento comprendo que las 4 palabras que curan están diseñadas para borrarlo todo, incluyendo aquello que te enseñaron como correcto o como incorrecto, aquello que crees que aprendiste, aquello que estás aprendiendo e incluso aquello que crees saber. Y hay que limpiarlo o borrarlo porque no sabemos en dónde inicia lo que está bien ni en dónde termina, no tenemos la más remota idea de por qué la vida es como es y cualquier explicación que le demos ahora puede llegar a convertirse con el tiempo en una falacia, más que en una verdad. En pocas palabras la paz interior está totalmente desposeída de etiquetas y sin embargo pretendemos llegar a ella con un gran bolso a la espalda lleno de ideas de lo que se debe o no se debe hacer, sin saber que este exceso de equipaje retrasará la llegada de ese estado mental.
Grasias por leherme. Ha!!! Lo ciento, te hamo.

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