En estos tiempos de opciones masivas se activan internamente
una serie de mecanismos que nos llevan a evaluar, a comparar, a presionarnos,
por el miedo a equivocarnos. En realidad, en nuestra vida, nos desenvolvemos de
formas automáticas que nos llevan a repetir, una y otra vez, el
mismo resultado, cuando no nos animamos a apretar el botón de
“refrescar” en nuestra información y a explorar, con una nueva
opción
consciente, el momento presente, libres de miedos, recibiendo aquello que es.
Podemos animarnos a ser nuevos, y así, a
evolucionar. Esto no implica el qué elegir, sino el sentir desde dónde
estamos tomando esa decisión. Nuestra capacidad de elegir
en “macro” se relaciona con cómo lo hacemos con las pequeñas
cosas.
Por ejemplo: ¿por qué no escuchar a la compañera
o al jefe con una actitud
sonriente interna en vez de hacerlo con el
resentimiento de un pasado choque? ¿Por qué no llevar flores a tu esposa o
novia, al menos una, pequeña y perfumada, en vez de esa
actitud de aburrimiento?
Queremos cambios, queremos entusiasmo, queremos renovar las
cosas, pero pasivamente esperamos que nos vengan de afuera, que el otro las
invente, que un nuevo portal de internet nos lleve por allí,
cuando los verdaderos cambios son los internos. La vida se trata de variedad,
de colores, de sabores, de olores, de estímulos, de interacciones, de
miles de regalos que podemos recibir. ¿Pero qué sucede aquí?
Lo nuevo requiere valentía, animarse, confiar.
¿Pero confiar en qué? ¡En uno mismo! Confiar en que
lo que sea que uno decida lo va a llevar por lo que uno necesita experimentar,
y que si ese trayecto o experiencia no te gusta, no es un fracaso, sino un
aprendizaje, y que puedes cambiar de trayecto y no ir más por allí.
A veces nos gusta una parte de las cosas y las otras partes no, a veces el
rechazo es interno, pues nos sentimos densos o impotentes.
En realidad, no importa tu situación, ni donde
vivas, ni lo que tengas o no, si te propones cambiar, crecer, aprender a fluir
en cada momento con lo que la vida te trae. A la vida no se la puede controlar,
entonces nos toca a los seres humanos crecer, expandir nuestra conciencia,
aprender a amarnos incondicionalmente y mejorar nuestra calidad de vida interna
y externa.
A menudo sentimos que destruimos algo para poder crear otra
cosa nueva y mejor. Así es como funciona la naturaleza: siempre hay
destrucción
antes del renacimiento. Y a veces, cuando estás pasando por todas esas partes
que parecen estar en ruinas, que nunca se vieron peor, en realidad estás
plantando en terreno fértil para poder crear algo real e indestructible. Es
aquí
donde siempre llevo la invitación a moverse desde el sentir de
víctima,
al potencial y fuerza del creador.
Esto nuevo, más real e indestructible que estás
creando en este proceso de transformación personal, es el amor, y esa
es tu verdadera naturaleza. Siempre recuerda que frente a lo externo, uno puede
elegir.
La elección es simple: ¿elijo el miedo o elijo el amor?
Isha
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