Esta experiencia no es algo que creamos, sino una consecuencia de todo aquello
que liberamos, es el producto de sanar resentimientos, odios, resistencias, ya
que esa paz, así como el amor y la dicha, son esencialmente nuestra naturaleza
interior.
Por Isha
Hoy compartiremos con ustedes lo concerniente a la alineación de la
cabeza con el corazón. ¿Y por qué hablamos de alineación? La mayoría de las
veces la cabeza se encuentra liderando nuestras acciones, nuestros
sentimientos, yendo por su lado, creando proyectos e ideas. Le damos prioridad
a todos esos planes, a esa información, a todo lo que externamente sucede, y no
prestamos atención al interior, a lo que sentimos, que es en realidad la
brújula que guía y dirige el barco de nuestra vida, y que nos señala la ruta
que nos brindará realización como seres humanos, aquello que va vibrando al
unísono con el crecimiento verdadero mientras transitamos hacia nuestra
evolución humana.
Desde la escuela aprendemos todo lo que tiene que ver con lo externo, todo lo necesario para ello. Muchos de nosotros aprendemos también, en el marco de nuestras familias, aquello que tiene que ver con lo que necesitamos internamente: los valores, los principios, la calidez y lo nutritivo del cuidado amoroso, eso que naturalmente acrecienta, en nuestro interior, la seguridad y la autoestima.
Pero muchos de nosotros no lo hemos aprendido. Y entonces, cuando salimos al mundo, nos encontramos totalmente desconectados de lo que sentimos, llegando a veces a la desesperación de sentirnos perdidos, a merced de la tormenta de la vida, sin brújula alguna que nos guíe. ¿Qué podemos hacer entonces?
Compartiré aquí algunos pasitos que se pueden empezar a tomar:
Primero, vamos a explorar el secreto para alinear la cabeza con el corazón. Y esto comienza por llevar siempre nuestros pasos hacia aquello que vibra en la verdad. Cuando hablamos la verdad estamos hablando desde el corazón, y mientras más hacemos esto y más nos enfocamos en crecer en conciencia, más se intensifica. Hablar la verdad nos lleva a expresar y compartir nuestra sabiduría interior, nuestra omnisciencia, algo que va más allá de lo intelectual, que habla de lo desconocido, no de lo estudiado, no de lo vivido, sino de una experiencia que va más allá de la dualidad, y dentro de esa experiencia, habla de la libertad del amor incondicional.
El amor incondicional es el lenguaje del corazón. De modo que cuando hablamos nuestra verdad, nuestra cabeza y nuestro corazón están alineados.
Muchas veces dedicamos nuestras horas a tanto acontecimiento externo y superficial, y por eso nos aburrimos. Toda esta actividad no termina de satisfacernos, anhelamos algo que le dé un sentido más profundo a todo, algo donde podamos expresar la verdad de nosotros mismos. Pero podemos revertir esto si nos dedicamos varias veces al día a permitir que nuestra atención, textualmente, baje de nuestra cabeza a nuestro corazón, y se instale allí. Y si al hacer esto buscamos algo que apreciar - puede ser un árbol floreciendo, un niño aprendiendo, un mayor enternecido ante nuestra atención, el agua fluyendo y regando las tierras, o simplemente una canción - ¿Puedes sentir tu corazón como se expresa? ¿Sientes esa expansión?
Desde la escuela aprendemos todo lo que tiene que ver con lo externo, todo lo necesario para ello. Muchos de nosotros aprendemos también, en el marco de nuestras familias, aquello que tiene que ver con lo que necesitamos internamente: los valores, los principios, la calidez y lo nutritivo del cuidado amoroso, eso que naturalmente acrecienta, en nuestro interior, la seguridad y la autoestima.
Pero muchos de nosotros no lo hemos aprendido. Y entonces, cuando salimos al mundo, nos encontramos totalmente desconectados de lo que sentimos, llegando a veces a la desesperación de sentirnos perdidos, a merced de la tormenta de la vida, sin brújula alguna que nos guíe. ¿Qué podemos hacer entonces?
Compartiré aquí algunos pasitos que se pueden empezar a tomar:
Primero, vamos a explorar el secreto para alinear la cabeza con el corazón. Y esto comienza por llevar siempre nuestros pasos hacia aquello que vibra en la verdad. Cuando hablamos la verdad estamos hablando desde el corazón, y mientras más hacemos esto y más nos enfocamos en crecer en conciencia, más se intensifica. Hablar la verdad nos lleva a expresar y compartir nuestra sabiduría interior, nuestra omnisciencia, algo que va más allá de lo intelectual, que habla de lo desconocido, no de lo estudiado, no de lo vivido, sino de una experiencia que va más allá de la dualidad, y dentro de esa experiencia, habla de la libertad del amor incondicional.
El amor incondicional es el lenguaje del corazón. De modo que cuando hablamos nuestra verdad, nuestra cabeza y nuestro corazón están alineados.
Muchas veces dedicamos nuestras horas a tanto acontecimiento externo y superficial, y por eso nos aburrimos. Toda esta actividad no termina de satisfacernos, anhelamos algo que le dé un sentido más profundo a todo, algo donde podamos expresar la verdad de nosotros mismos. Pero podemos revertir esto si nos dedicamos varias veces al día a permitir que nuestra atención, textualmente, baje de nuestra cabeza a nuestro corazón, y se instale allí. Y si al hacer esto buscamos algo que apreciar - puede ser un árbol floreciendo, un niño aprendiendo, un mayor enternecido ante nuestra atención, el agua fluyendo y regando las tierras, o simplemente una canción - ¿Puedes sentir tu corazón como se expresa? ¿Sientes esa expansión?
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