A veces en el afán de tener, alcanzar y conservar; confundimos el luchar por lo que queremos, con forzar lo que esperamos, y en ese acto de presión, podemos equivocarnos.
No se puede forzar, el tiempo que la mariposa emplea para salir de su capullo, por el afán de verla volar. si presionamos sus alas a que salgan, le evitaremos el esfuerzo que necesita para sentirse fuertes y se pueden atrofiar.
No se puede forzar a la rosa abrir sus pétalos o abandonar sus espinas, porque dejaría de ser quien es y más pronto se marchitaría.
No se pueden forzar las palabras, porque si se obligan a decirlas, no significan nada.
No se pueden forzar los abrazos a que sean dados, porque en vez de sostener o acoger, ahogan o los desperdiciamos.
No se puede forzar un sentimiento,