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miércoles, 9 de julio de 2014

Atrapada en mis creencias. Por Jocelyne Ramniceanu

Recientemente me sentí atrapada por los sucesos que estaban ocurriendo en mi país y en consecuencia, estuve experimentando una buena dosis de ira, y desesperanza. Olvidé por completo durante un lapso de tiempo que la causa de todo lo que yo percibía estaba dentro de mí. Olvidé que la versión de la realidad que yo estaba viviendo, no tenía nada que ver con el mundo sino con mis creencias acerca de él, de mi país y de sus dirigentes. Olvidé también que nada de lo que estuviese ocurriendo en el mundo, tenía significado alguno; el único significado era el que yo le estaba dando. Nada, realmente nada tiene significado, el significado es una construcción mental basada en nuestras creencias de lo que es correcto o incorrecto,  de lo que está bien y lo que está mal. Al olvidarme de todo esto, inevitablemente comencé a sufrir.
El sufrimiento proviene de
intentar transformar la realidad desde el afuera, de lo externo, como si pudiésemos transformar la película que vemos proyectada dirigiéndonos a la pantalla en vez de cambiarla en el origen, el proyector que no es otra cosa que nuestro estado de consciencia.
Toda manifestación en el mundo físico, por muy real que esta parezca, es el producto de profundas creencias conscientes e inconscientes que albergamos en nosotros a nivel colectivo e individual y que se reflejan en forma de realidad en nuestra experiencia de vida.
El mundo como tal no existe, no existe nada allá afuera. El mundo no es otra cosa que un sueño lúcido que refleja lo que creemos. No nos encontramos en la realidad física, la realidad física se encuentra en nuestra consciencia.
Cuando nos miramos en el espejo sabemos que no estamos allí afuera reflejados al otro lado, sabemos que es un espejo, es una imagen. La realidad física también es un espejo, una imagen, pero no nos damos cuenta que no estamos allí donde pareciera que las cosas suceden, estamos del otro lado, donde se crean todas las situaciones, ya que somos los creadores.  Lo que percibimos con todos nuestros sentidos en la realidad física es un mundo ilusorio que nos sirve para experimentar; es nuestra versión única de la realidad donde nuestros invitados desempeñan los roles que en otro nivel acordamos en darles.
Sucede algo similar cuando pensamos, por lo general confundimos al pensador con lo pensado y nos identificamos con nuestros pensamientos sufriendo en vez de darnos cuenta que no somos los pensamientos, somos quienes ejercemos el pensamiento, somos el observador y el creador de todo lo que por nuestra mente pasa y el pensamiento lo podemos cambiar.
Estar consciente nos ayuda a dejar de manifestar inconscientemente en nuestra realidad aquellas creencias, aquellos programas que aún están allí, que tanto nos desagradan y sustituirlos por nuevos conceptos y pensamientos más acordes con nuestra vibración más elevada.
Esta dimensión es única y tenemos la oportunidad de ver la realidad desde la separación. No recordamos ni nos sentimos como parte de un todo y por lo tanto nuestra experiencia siempre está teñida por contrastes, divisiones y polaridad. El Ying y el Yang son dos opuestos que coexisten en total unidad.
Me olvidé de todo aquello y me sumergí en el sufrimiento, me sentí parcializada y atrapada en mis creencias. Mis pensamientos y juicios me zambulleron en una realidad que me desagradaba y que no quería. Si me hubiese preguntado a mí misma, en ese instante; si eso que estaba experimentando estaba alineado conmigo, hubiese enseguida respondido que no y tal vez hubiese despertado.
Me dejé llevar y no le presté atención al desasosiego que mis creencias me producían, y así permanecí durante algún tiempo, atrapada en ellas. El drama es sumamente adictivo por eso nos resulta tan difícil permanecer en paz aunque sepamos en un cierto nivel de lucidez que somos nosotros, cada uno de nosotros, quienes creamos lo que experimentamos.
Al sentirme atrapada en mis propias creencias lo que hice fue culpar a otros, al gobierno, al país y a todo lo que se opusiera a mi manera de pensar. Esto que me sucedió, me pudo haber ocurrido con cualquier otra situación. Siempre buscamos escusas para mantenernos dormidos, atrapados en el sufrimiento. No se trata del tema, se trata de la manera como nuestras creencias nos alejan, nos dividen, nos quitan la paz, y solo son eso, creencias. Es fácil caer en el juego de la víctima y el victimario. Eso nos mantiene prisioneros.
Olvidé algo importante, y era asumir la responsabilidad por aquello que hay en mí que estaba creando esa situación en mi país. Olvidé mirar en mi  interior aquello que yo estaba exteriorizando en mi realidad. Yo era la responsable de cambiar aquello, y el único lugar donde mirar era dentro de mí.
No se puede manipular la realidad física porque allí no hay nada, es solo un reflejo. La fuente de todo sufrimiento proviene del intento de cambiar algo que no está allí, tratar de ejercer un cambio en el lugar equivocado.
Cuando vuelvo a recuperar mi paz interior, me doy cuenta lo fácil que resulta perderla, lo fácil que es engancharme nuevamente en seguir  buscando noticias que me alteren con respecto a lo que sucede en mi país y lo fácil que resulta seguir sufriendo, pero sé que ese no es el camino para crear cambios.
El camino pareciera ser no hacer nada, pero ese tampoco lo es, no se trata de permanecer apático, el único camino es subir la vibración a nivel individual, dejar ir todos los juicios y sentimientos de baja vibración, saliendo del juego de los opuestos y encontrar el equilibrio, alineándonos con nuestro verdadero ser.
Todos los pensamientos que son de inclusión, comprensión, compasión, gratitud y amor suben nuestra vibración. Cada vez que nuestros sentimientos sean opuestos a esto, la bajan y así será la realidad.
Los resultados que provienen de nuestro estado del ser, los veremos siempre reflejados en el mundo. Cada vez que nos invadan pensamientos acerca de situaciones que nos atemoricen, decirles mentalmente y amorosamente gracias, gracias y gracias, ya no los necesito. Son nuestros programas que aún están allí y es en ese instante la gran oportunidad que tenemos para dejarlos ir.
Es increíblemente poderosa y efectiva la técnica del Ho’oponopono para ser utilizada como medio de encontrar paz en el torbellino de pensamientos y experiencias que producen caos. Solo la paz interior reflejará una realidad más acorde con aquello que tanto deseamos.
El camino es repetir palabras como Gracias y Te Amo cada vez que nos sintamos preocupados hasta que esas creencias que nos dan temor se desvanezcan y tomar consciencia que el mundo no está allá afuera, está dentro de cada uno,  dentro de nuestra consciencia.Una vez encontrada la paz interior, si volvemos a mirar las noticias, encontraremos razones que nos alegren aún más.
Por último, no lo olvides, tú eres el creador de tu realidad. El líder eres tú
Te amo
Jocelyne Ramniceanu

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