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viernes, 29 de junio de 2012

El canto del cisne. Por Viví Cervera



A menudo me llegan cartas en las que una persona dolida, herida, lastimada me dice: he hecho todo lo que ha estado a mi alcance para olvidar a quien ha sido el gran amor de mi vida, he hecho todo lo imaginable para estar en paz con él/ella pese a que nuestra relación llegó a su fin, pero no lo logro, y tan así es mi desesperación que no sé si pueda salir bien de todo esto, no sé si pueda continuar siendo la misma de antes.
Te leo. Y para responderte, escucho el intermezzo No 1 del maestro Luis A. Calvo (No lo pongas tú). Entonces con el sonido del piano las palabras van llegando:

Esta sensación de impotencia lastima tanto, que te hace sentir tan reducida, tan devastada, y tan ignorada, que para ti es complicado pensar en que una vez más el amor puede sacarte a flote. Y equivocadamente crees que amarte es señalar con tu dedo índice a quien fue tu pareja y recriminarle calladamente o en su cara, una serie de verdades, que siendo honesta, tienen todo que ver contigo y poco que ver con él/ella.

 Te pongo un ejemplo: si cuando eras niña en tu hogar sólo veías peleas, disgustos, separación, violencia e inseguridad, es bastante lógico que aprendieras que así es como funcionan las relaciones, es bastante probable que aprendieras a sentir “seguridad” en medio de los problemas. Cuando pasa el tiempo, atraes aquella persona que encaja con lo que conoces (¿de qué otra forma podría ser?) y te sientes feliz porque has encontrado a alguien a quien amar. Alguien que sólo en apariencia escapa de lo que siempre has conocido, alguien que con sus palabras te promete una vida diferente.
Sin embargo, todos aquellos recuerdos que vienen contigo van tomando forma en quien creías tu salvación y esta persona comienza a comportarse como lo hicieron tu papá, o tu mamá, o tus tíos o aquellas personas con las cuales viviste tu niñez. Los seres humanos que conocemos sólo pueden mostrarnos el rostro que llevamos dentro. Repito: No su rostro, sino el nuestro, el tuyo, el mío. Ellos sólo pueden interpretar una pequeña parte de nuestra obra. Ellos sólo pueden darnos lo que tenemos en nosotros, nada más.
Te pregunto: ¿Qué estás sembrando hoy en ti?
Me pregunto: ¿Habrá algo que puedas rescatar de esa relación? ¿Habrá algo que puedas rescatar de lo que reflejaste?
Tal vez pienses que todo en esa persona fue negativo, que no recibiste nada, aunque dudo mucho que esto sea del todo real. Hubo un momento, un espacio en el cual encontraste una o más razones por las cuales quedarte ahí. Esa relación impregnada de recuerdos tuyos tuvo un inicio feliz. Toma eso y úsalo a tu favor, no en tu contra.
Levántate a primera hora, toma hojas en blanco y escribe por qué estás agradecida. Y si no quieres escribirlo exprésalo a tu modo. Esta no será la clásica gratitud de quien en el fondo resiente, será la gratitud de un corazón que por fin comprende que su mundo gira de acuerdo a la música que trae consigo, que las demás personas están aquí para ayudarle a descubrir qué aspectos mejorar, qué recuerdos borrar, qué momentos amar. Esta es la gratitud de un ser humano que en medio del vacío y del dolor, siente respeto por alguien que desde algún punto del ayer, apareció en su ahora para brindarle una experiencia, una enseñanza, un aprendizaje. Un respeto que a su vez se recibe adentro, en lo más profundo del Ser.
En ese papel, escribe porqué te amas lo suficiente como para saltar por encima de este momento, para continuar caminando y dejando las puertas abiertas detrás de ti. Por qué te amas lo suficiente como para poder verte en los ojos de ese alguien que se fue. Por qué te amas tanto como para quitarle culpas a esa otra alma que con toda certeza, también hace un recorrido heroico.
Quizá después de muchas horas de llanto, angustia y reproche, un rayo de luz penetre tu mente y te permita darle las gracias por escrito a quien se marchó de tu vida en la forma que fuera. Quizá ya hayas aprendido que el dolor hay que devolverlo al cuerpo (y no dejarlo por fuera) para obtener inmunidad. Quizá entonces puedas escribir algo como esto:
Gracias por el tiempo, por las promesas, por los silencios, por esos pequeños espacios en los que se colaban las risas, por las palabras tuyas con las que me permitía sentir la vida, por aquello que nacía en mí cada vez que escuchaba un “te amo”, por la esperanza, por la ilusión. Gracias por la magia que envolvía a cada beso y a cada encuentro. Gracias te doy incluso por el vacío que estoy sintiendo porque es escuela, porque de esto aprendo.
Nada de esto significa que aprendí a engañar o a desconfiar de los demás. Significa que no me equivoqué contigo porque me entregaste lo que yo buscaba, que simplemente era mi derecho de encontrarme cara a cara con quien he sido y con quien ahora soy. Tengo la gran oportunidad de comenzar de cero y es por eso que te digo, que no tengo nada que perdonarte, que te dejo en libertad, que no me debes nada, que estamos en paz.
Guarda tu carta o quémala, eso lo decides tú, pero déjala ir.
Todo esto que he mencionado aquí, es para quien quiere un cambio real en su vida, no es para alguien que todavía necesita revolcarse en el lodo de sus adicciones, no es para alguien que requiere de múltiples dosis de dolor para complementar su jornada.
¿Qué perdone Dios? ¿Qué no eres santa? ¿Qué esto es desnudar el alma? Entiendo tus palabras, pero dímelas si y sólo sí, te sientes de maravilla. Pero si contrario a esto, sientes que tu corazón está encogido y que tu alma se ha secado, entonces haz algo bueno por ti, por primera vez en tu vida y agradece lo poco o lo mucho que recibiste en esa relación. Esto no se trata de hacerle un regalo a la persona que en tu opinión te lastimó, hizo contigo lo que quiso y se fue, se trata de que al fin dejes de sollozar por lo que sientes perdido, porque no lo perdiste, se trata de que limpies lo que traes contigo desde tu niñez para que en el mejor de los momentos te vuelvas a enamorar.
Si tienes una hermosa relación sentimental con alguien, bendícela porque es un privilegio. Si tienes una complicada relación sentimental con alguien, agradécela porque es un regalo, es la que más puede enseñarte y la que más puertas puede abrirte, una vez que la superes.
El canto del cisne es una frase surrealista que se utiliza para mencionar la última obra de un artista. Por ejemplo el disco Innuendo de Queen y en mi opinión, el mencionado intermezzo No. 1 del maestro Luis A. Calvo. Incluyo también estas palabras inspiradas por ti, artista de la vida. Y aunque el cisne no canta en voz alta, lo hace con su belleza, expresando para sí mismo que pese a las relaciones fugaces, a las despedidas y a los silencios obligados, la vida continúa.
Gracias por leerme. Te amo.
© Todos los derechos reservados. Vivi Cervera 2012.


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